El
pasado viernes 4 de abril murió en el Hospital Reina Sofía de
Córdoba María Dolores Urbano Arroyo, alcaldesa de Valenzuela entre
2009 y 2013, después de dos años de lucha optimista y casi
desapercibida contra el cáncer. Tras el diagnóstico de su
enfermedad en 2011, y a pesar de los tratamientos y padecimientos
propios de su mal, Dolores siguió trabajando día tras día por su
pueblo, y su renuncia de las responsabilidades municipales no se
produjo hasta las primeras semanas de 2013, cuando cedió el cargo al
actual alcalde.
Dolores,
la primera mujer que ha ocupado en nuestro pueblo la alcaldía, deja
en la vida pública de Valenzuela un sello imborrable, ése que
suelen dejar las personas que se vuelcan en el servicio a sus vecinos
con vocación y entusiasmo. Su inquietud política se fraguó en la
Transición, durante los años de emigración en Cataluña junto a su
marido, y de vuelta al pueblo no dudó en asumir responsabilidades
municipales. Primero con el PSOE, como teniente de alcalde, donde
revitalizó los servicios sociales de nuestro ayuntamiento, trajo
aire fresco a la política local y consiguió, entre otras cosas, que
nuestro municipio, siempre con tan malas comunicaciones, contase con
una asistencia médica nocturna y un servicio de ambulancia que aún
hoy disfrutamos.
Siempre
inquieta y con un elevado sentido de la responsabilidad, dimitió de
su cargo por desacuerdo con la gestión que se realizaba en el
Ayuntamiento, y volvió a la política en las elecciones municipales
de 2007, donde reunió bajo las siglas de Izquierda Unida a un
heterogéneo grupo de mujeres y jóvenes. Muchos no entendieron, ni
siquieran en su propio partido, su decisión de pactar con el PP,
creando una polvareda política que se extendió por toda la
provincia.Pese a las críticas, Dolores siempre estuvo convencida de
que el tiempo devolvería las aguas a su cauce, y que aquella
decisión era “buena y positiva” para Valenzuela, pues son los
pueblos, por muy pequeños que sean, los que tienen que tomar las
riendas de su futuro.
Gracias
a aquella decisión, y a su esfuerzo como teniente de alcalde y más
tarde como alcaldesa, Dolores colaboró en el saneamiento económico
del Ayuntamiento de Valenzuela, revitalizó la vida cultura y
deportiva –casi inexistente hasta entonces– de Valenzuela y luchó
en unos tiempos muy difíciles por la remodelación o ampliación de
las infraestructuras de nuestro pueblo. Por supuesto, Dolores deja
cosas pendientes, pero entre lo más importante de su legado está el
haber dado paso, en todos los partidos, a una nueva generación de
jóvenes preocupados por Valenzuela, conscientes de los errores del
pasado y de los retos del futuro.
Los
que tuvimos la suerte de conocer y colaborar con Dolores nunca
olvidaremos la energía y el entusiasmo con el que sirvió a su
pueblo. El 5 de marzo de 2013, en una carta al diario Córdoba,
tal vez en previsión de que su enfermedad empeoraba, se llamaba a sí
misma “mujer,
madre y esposa, alcaldesa de mi pueblo, amiga, ama de casa, ciudadana
y enferma de cáncer”, alguien “feliz que atraviesa un momento
difícil”, y daba las gracias a los Servicios de Oncología del
Hospital Reina Sofía de Córdoba por la oportunidad que le estaban
dando en su “aventura de vivir”. Así era Dolores, siempre
vitalista, optimista y con un concepto de servicio público que
dignifica la política y la hace grande, aunque transcurra en los
cauces no siempre fáciles ni gratos de la política municipal.
Valenzuela nunca la va a olvidar.
Francisco Susín / Pablo Santiago
Pues sí, como todos hizo cosas que gustaron más a unos que a otros, pero hasta el último día estuvo al pie del cañón. Y recordar algo importante que no mencionais, su lucha contra el vertedero, que por primera vez unió no sólo al pueblo sino también a pueblos vecinos. DEP
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